Encuesta IEP. Guerra económica y guerra moral

La encuesta de IEP permite avizorar tres tendencias a menos de un mes de las elecciones: la primera, que la resistencia democrática del 30% de electores -mas de 7 millones- que afirma que no votará por nadie o no lo ha decidido, se mantiene; la segunda, que Yonhy Lescano pasará a la segunda vuelta; y la tercera, la formación de una compleja polarización mixta.

El resto son pequeñas conclusiones que alimentan una sucesión de cambios al interior de los bloques en los que, probablemente, se realizan traslados entre quienes ya decidieron su voto. A la izquierda del escenario Lescano crece en gran medida a costa de Mendoza y Forstyh, y López Aliaga hace lo mismo a la derecha a costa de Fujimori y el ex alcalde de La Victoria.

El escenario se mueve sí, pero lentamente (esperemos las encuestas de fin de mes y la de Ipsos Perú en unas horas). Los puntos que pierden los candidatos que decrecen en los últimos 15 días (Fujimori, Mendoza, Forsyth, Urresti, Acuña y Guzmán) apenas suman 5,6 y de los que suben (Lescano, López Aliaga, de Soto y Castillo) suman lo mismo. Aún se movilizan pocas adhesiones a la espera de un desembalse de decisiones de última hora. Como en las elecciones de 2011 (las caídas de Toledo y Castañeda y el ascenso de Humala en tres semanas), millones de votos podrían tramitarse aceleradamente en 30 días si la resistencia democrática cede.

Sinceramente, no sé si cederá.

Mendoza y Fujimori resisten en la izquierda y derecha, respectivamente. El aumento de Lescano es de 2.6 puntos porcentuales y de López Aliaga casi 2. Son aumentos significativos en 15 días y en el contexto de un bajo registro en que casi todos no superan un dígito, aunque no son concluyentes, especialmente en el caso de López Aliaga, que ha tenido sus peores 72 horas de la campaña.

Forsyth tiene la suerte casi echada; ha perdido uno de sus cuatro potenciales votantes desde octubre. También se hunden Guzmán y Acuña y se congela abajo Humala. En cambio, entre los pequeños crece Pedro Castillo que en octubre tenía 0,8% y ahora sube a 3,5% horadando esencialmente el voto rural y sureño por Mendoza.

En resumen, la ilusión centrista de octubre parece condenada.

Los desagregados no matizan sino alteran el cuadro general. Lescano y López Aliaga son los candidatos de A/B y en un porcentaje mayor de los varones de 40 años a más. En tanto, López Aliaga y de Soto destacan en Lima. Si alargamos las tendencias diríamos que la campaña se vive más en la capital, en los sectores A/B y en los adultos. En esos bolsones hay menos indecisos o resistentes a votar por alguien. El escenario es más desordenado fuera de Lima. El sur y centro más volcado a la izquierda y el norte y el oriente en disputa. ¿Porqué eso es importante de cara al 11 de abril? Por la composición del nuevo Congreso.

En estas crisis, las elecciones no significan lo mismo para los peruanos.

El resultado confirma la polarización entre el cambio y el inmovilismo. Uno de cada cuatro encuestados votará por el cambio. El “no me toquen el modelo” suma lo mismo y el resto se reparten los electores resistentes y los que navegan sin un discurso firme sobre el cambio y el “no cambio”. No obstante, no es la única disyuntiva en lisa; la irrupción de López Aliaga cambia el sentido de las tensiones y nos devuelve la polarización alrededor de la democracia y los derechos, una disyuntiva de corte moral entre la libertad y el oscurantismo. Ambos relatos, el cambio y la libertad presidirán nuestros últimos días de campaña. Asumámoslo, orden vs libertad, como siempre en el Perú.

Dos guerras, dos, la guerra económica y la guerra moral.

Hay preguntas que la encuesta clava como estacas en la campaña: 1) porqué el escenario se mueve poco; 2) porqué decrecen o se estancan Fujimori y Mendoza, 3) porqué 7 millones de electores se resisten a mostrar sus preferencias o a decidirlas. Para las tres, el volumen de la crisis que reclama un corto plazo y la desconfianza, parecen ser las primeras respuestas.

Demasiado en juego para poco movimiento.