La encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) que publica La República responde algunas de las preguntas planteadas al inicio de la campaña y reiteradas luego de los sucesos de noviembre y el inicio de la segunda ola covid. Una de estas preguntas indagaba sobre si el país se dotará de un centro político activo dispuesto al cambio.
El sondeo revela una caída de las opciones de centro, que se produce por los giros de candidatos hacia la derecha e izquierda. En octubre, las casi embrionarias candidaturas del centro (Forstyh, Guzmán, Lescano, Humala y Acuña) sumaban 38% de intención de voto, en tanto que la reciente encuesta, los postulantes que quedan en ese espacio (Forsyth, Guzmán y Humala) apenas suman 21%. En tres meses el centro político peruano ha perdido 17 puntos y dos candidatos.
¿Qué ha sucedido? Se ha licuado la candidatura de Acuña, que además ha pasado a la derecha (recordemos el 9 de noviembre) en tanto Lescano se ha ubicado como un candidato provinciano que reclama cambios políticos y económicos, sumando -y compitiendo- con Verónika Mendoza. La izquierda, que en octubre sumaba 10% hoy araña el 15% tiene como inquilino a Lescano, una realidad que para ciertos sectores es difícil aceptar.
La derecha también se ha fortalecido. En octubre, sus candidatos (Fujimori, de Soto y Salaverry) sumaban el 15%. A ese espacio se agregan Urresti y Acuña; en conjunto reúne en enero el 22% en intención de voto y allí asoma un discurso populista. Suficiente crisis para producir alternativas extremas.
El hundimiento del centro debe ser apreciado como una tendencia que por ahora reporta dos explicaciones mayores: la relativa polarización del electorado y la afirmación del relato populista en la derecha peruana.
¿Porqué se hunde el centro? Las respuestas no son comunes a todos los candidatos. Acuña se diluye por su mal manejo personal de los sucesos de noviembre (y las fiestas de año nuevo y la selección de sus candidatos); Guzmán es asociado al deterioro del gobierno de Sagasti; y Forsyth ha llegado al límite de su estrategia electoral de partida, de la imagen sin política y con pocas palabras.
Existe, sin embargo, una razón común a estas caídas; el centro peruano se concentra en salidas intermedias a las tres crisis que forman parte de la gran depresión -económica, política y de prestación de bienes públicos- es decir, no parece muy identificado con el cambio. Demasiada crisis para tan pocas propuestas de cambio democrático, en número y en intensidad.
A 70 días de las elecciones, la campaña parece forzar una especie de primarias en la izquierda, derecha y centro. Esto no es malo; por lo pronto, se ha reducido de modo relativo la inicial fragmentación; son solo 9 los candidatos “que importan”, casi la mitad de los que siguen en carrera. El 10 de febrero, al día siguiente de la llegada de la vacuna, vence el plazo para el retiro de candidatos. Quizás alguno se anime a vacunarse de una dura derrota.
Los mayores desafíos los tienen Guzmán y Forsyth. Sobre el primero, sus esfuerzos de protagonizar su campaña naufragan por el ímpetu de pequeñas campañas parlamentarias, alguna de ellas no alineadas al partido, ruidosas y desastrosas; y sobre el segundo, no protagonizar su campaña no le permitirán recuperar los 10 puntos que ha perdido desde octubre. Su reciente discurso xenófobo amenaza con un paso a la derecha, un intento de competir en un espacio que le demandará otras promesas de mano dura.
La encuesta trae otros fenómenos decisivos. Aumenta a un tercio el porcentaje de quienes no eligen a nadie, un dato concurrente con el 70% que no votará por ningún partido -en la democracia peruana el candidato no representa necesariamente al partido, es difícil de asimilar, pero es cierto- y la mitad de los peruanos que tienen poco o ningún interés en la
campaña o poco interés en la política, datos que también suministra la encuesta de IEP.
Estos fenómenos tienen una razón coyuntural, es decir, las cuerdas separadas de esta etapa, donde la campaña electoral y el ciclo político apenas se tocan, donde partidos y candidatos renguean a la hora de las propuestas específicas en los temas del corto plazo y de cada día, como la pandemia, vacuna y empleo/salario, y se quedan en el mediano plazo, es decir, la falta de un balance entre el hoy y mañana. Una razón más estructural es la resistencia democrática; los actores electorales no acumulan por la irresuelta brecha de confianza con los electores.
No hay plamcha presidencial acorde a nuestra necesidad de salir de la corrupción y aplicar las normas con ÉTICA, ninguna plancha presidencial en carrera aplica.
Sugiero un gobierno mixto, civico militar, que planifique desarrollo país a 50 años.que nadie varie el objetivo. Que nos lleve a pais de primer mundo.
Educación de primer nivel, gratis.tecnología.
Salud gratuita, con un concepto integral, que comes, bebes y respiras, desde el vientre de la madre, preventiva por sobre todo.
Hospitales de primer nivel.
Valuación de salud mental de la población.
Seguridad, esta debe empezar y ser exigente en el cumplimiento de la ley,poder judicial, fiscalia,sancionando penas de acuerdo a ley, así el delincuente sabrá que será penalizado cuando delinca, sin poder arreglar otro camino. Todos serán justiciados en tiempo rápido , justo.
La policía y funcionarios públicos, todos los malos elementos serán doblemente sentenciados e inhabilitados de por vida, para funciones públicas.
Rehabilitar la pena de muerte, para corruptos, venta de drogas, violadores, asesinos,traidores a la patria en tiempos de paz y guerra,por genocidio, como en el caso de Vizcarra.
Carceleria con trabajos forzados.
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[…] semanas sobre el hundimiento del centro y las “primarias” en la izquierda y la derecha (https://juandelapuente.com/encuesta-iep-se-hunde-el-centro/); y sobre el surgimiento de una nueva polarización sobre el cambio, los límites del relato […]